Una profecía

Nueva ola en Zárate

Se va preparando a la ciudadanía para nuevas medidas del intendente.
Se va preparando a la ciudadanía para nuevas medidas del intendente.

El gobierno, en sus diferentes estamentos, vienen insistiendo sobra la inminencia e irreversibilidad de la llegada de una nueva ola de COVID-19 a la Argentina y para tratar de contenerla han implementado una serie de medidas como restricción de vuelos, mayores controles fronterizos e implementación de una cuarentena obligatoria, medidas que debieran haberse implementado un año atrás y llegan con algo de delay.

En ese contexto, se va preparando a la ciudadanía para nuevas medidas que como una profecía autocumplida parecen prontas para implementarse con los primeros fríos y los nuevos aumentos de casos positivos, porque no estamos frente a una nueva ola, en la que nos encontramos desde hace tiempo, sino a la espera de un verdadero tsumani.

La historia prosigue, pero amigos yo ya la vi.

Al analizar los datos duros provistos por el Ministerio de Salud de la Nación se observa, con pequeñas "pleamares" y "bajamares", que la segunda ola está instalada en Zárate desde la última semana de 2020. A partir de entonces, el promedio de casos volvió a ubicarse en los mismos niveles en que se encontraba previo al pico de casos que se vivieron a mediados de agosto del año pasado.

El problema es que la base desde la que partimos, en consecuencia, es más elevada que la de un año atrás y en consecuencia, estamos peor que un año atrás. ¿Por qué? Porque sin haber modificado el accionar, los números así lo indican. Habiendo transcurrido solo una cuarta parte del año, Zárate ya tiene los mismos niveles de positividad que tenía el año pasado luego de haber transcurrido cinco meses de pandemia.

En consecuencia se plantea un escenario de tener más gente movilizándose, muy poca gente inmunizada aunque toda muy necesaria, puesto que Zárate no tendría destino si la secretaria privada del intendente, Lilian Burroni, el empleado municipal, Rodrigo Girard, el chofer del intendente Salvador de Bártoli, la esposa del chofer del intendente, Cristina Bustos, el empleado de Zoonosis municipal, Álvaro Battista Palacios, y la empleada del Juzgado de Faltas Nº 2, cuya titular es hija de la secretaria privada del intendente, Sonia Nores, no estuvieran vacunados, pero en cambio ahora va a ser todo diferente, porque además cambió la conducción en la Secretaría de Salud.

A propósito, el próximo 31 de marzo termina la licencia de la secretaria Rosana Núñez, quien en Twitter se sigue presentando como Secretaria de Salud del Municipio de Zárate. ¿Volverá al puesto por el que sigue cobrando su sueldo? ¿Renunciará? ¿La echarán? ¿Podrá Marcelo Schiavoni tener el puesto que establece la legislación vigente en lugar del engendro que crearon para salir del paso?

Entonces habrá que escuchar cuáles son las propuestas del gobierno municipal.
Dijeron que no había habido vacunatorio VIP y las pruebas demuestran que mintieron. 

Dijeron que estaban organizando el Plan de Vacunación y cuando hubo problemas miraron para el costado y no se hicieron cargo. 

Dijeron que solo el Gobierno municipal colocaba puestos de recolección de datos para inscribirse para vacunarse, buscando deslegitimar la tarea que realizan aliados (Movimiento Evita) y contrarios (La 20 de Noviembre), y por las redes promocionan que los propios (Nuevo Zárate) y hasta las instituciones también lo harán. ¿Cuándo decidió el Concejo Deliberante y mediante qué norma legal, realizar por cuenta propia el proceso de inscripción para la vacunación?

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